Artículos de Marcelo Wio
La penitencia de Abelardo
Publicado originalmente en Ni más ni menos Eran las 14.13 del domingo y la señora Antonioni seguía confesándose. El padre Abelardo miraba el reloj […]
Intrincado glosario
Hay, en el vago murmullo que persevera contra las horas, una disposición a la historicidad: cuenta, a su manera, episodios familiares mezclados con mistificaciones y […]
La vana ilusión II
Su casa estaba fría y húmeda. El rumor del viento se sentía en las persianas y debajo de la puerta metálica del balcón, que estaba […]
¿Y si te dijera?
¿Y si te dijera que no estuve en tu casa anoche? Que no era yo el que bebió a tu lado el vino prodigioso, el […]
XXXI o lo que dijo Leffebre sin auditorio alguno, extinguiéndose en un callejón de Niza (Una noche larga)
Nosotros lo hacemos existir todo. Sólo de nosotros depende qué existirá, cómo lo haga y cuándo. Así, al morimos, todo desaparece con nosotros. Es tarea […]
XXX (Una noche larga)
Las sombras de la ciudad se deserizaron hacia el Este, obedientes a la costumbre, hasta esfumarse, imperceptibles, abracadabra, sin que el público presente notara el […]
XXIX o Falta envido (pero con una sota y un tres de copas) (Una noche larga)
Del diario de Roberto Molinari, 2 de abril de 1977 Llegan los cátaros, los escucho acercarse, renovados, remendados, resarcidos de soberbia. Salen de las hogueras […]
Il miracolo di Bersaglio
Publicado originalmente en Ni más ni menos A Italia, es sabido, se le va gastando la suela de la bota, especialmente en la zona […]
Almuerzo de familia
Va y viene, atareada, investida de anfitrioneidad. Prepara, ordena, repasa. Todos los meses lo mismo; para los mismos invitados ingratos: su hermano mayor y su […]
Nada tanto como la nada
Nada se parece tanto a sí mismo como la muerte invariable imperturbable desidentidad que sobreviene Nada se parece tanto a uno mismo como las palabras […]
La vana ilusión I
Julio Cortés se rascó la renegrida barba incipiente y miró a los costados desde el automóvil. Una fría llovizna otoñal caía sin pausa sobre Buenos […]
XXVIII (Una noche larga)
Alden, racimo de celos, te odio. Así de clarito. Y, encima, en voz alta. Una señora mayor la miró y le sonrió unos labios que […]