– Quedamos como pelotudos, che…
– Impecables mentes maravillosas las nuestras…
– Representantes cabales de la astucia.
– Rectos catalizadores del conocimiento.
– La encarnación misma del intelecto.
– Como dijiste, unos boludos bárbaros.
– ¿Cómo nos embalamos así?
– ¿Cómo ninguno ejerció de control del otro? Ni que hubiéramos nacido ayer, che…
– La confabulación del momento con la cronología de hechos que nos pusieron ahí como hinchas de Atlético Transportistas embebidos de nuestras idiosincrasias…, de nuestra impepinable pelotudez.
– Y de esa grapa pendenciera que prepara el sorete Luisito.
– Eso y la nube de colesterol en que nos sumió el asado propio de un Walhalla criollo, un Olimpo pampeano, un…
– Quedó, claro, Marito; como la estupidez de Andrés.
– Ese pelotudo fue el que nos arrastró a esa pendiente…
– Un catalizador impecable.
– Un atractor para revolearle caos a la noche.
– Si te fijás, siempre es Andrés el que desbarranca las reuniones.
– Necesita rebajarlo todo al nivel en que se mueve bien.
– Todo llevado a la jurisdicción de la imbecilidad.
– La vulgaridad. En la que él pasa desapercibido. Como los pulpos que lanzan tinta.
– Como los… No se me ocurre nada…
– Y nosotros que caímos como chambones.
– Sucumbimos por generoso goteo del vinito primero y de la grapa colofonal.
– ¿Colofonal?
– De colofón.
– No existe ese término.
– Marito, querido, ¿colofón no existe? ¿Me estás jodiendo?
– No existe colofonal, eso dije.
– Lo dije, ergo…
– No rompas…
– Quedamos como boludos, Tato…
– Definitivamente.
– ¿Cuándo podremos volver a los asados de los sábados?
– ¿Dos semanas… ?
– Muy pronto. Ni Marito ni Bernardo dejan pasar una chambonada así sin extraerle todo el jugo espeso a la gastada, a cargoseo, a la empalagosa estrategia para alejar de ellos mismos la posibilidad siempre presente de un bochorno.
– ¿Y qué me decís del propio Andrés, que se prende en todas? Y Carlitos, Edu…
– Todos.
– Como si no resbalaran ellos mismos de tanto en tanto.
– Como si las pendientes no abundaran.
– Como si Deportivo Vialidad no hubiera tenido malas rachas.
– Hace un rato de eso… Ese es el problema.
– Y, sí… Y la indigente racha de Transportistas dura ya demasiado.
– El sorete de Andrés… Que encima es de Alfareros A.D., decime, ¿qué mierda se tiene meter…?
– Es la única manera que tiene para hacerse notar, para participar: joder al resto, fabricar trampas e inclinaciones para descarrilar las reuniones, y, sobre todo, para que su imbecilidad pase desapercibida.
– Pero nosotros, che, conociéndolo, cómo vamos a rebajarnos a la complicidad de participar como víctimas propiciatorias de su estrategia.
– Porque somos unos pelotudos, querido. Unos pelotudos mamados y llenos de carne en el buche. Embrutecidos. Adobados para incurrir en la conducta más indigna.
– Volviendo a nuestro regreso a los asados, calculale por lo menos un mes. Pancho es muy rompepelotas, y cuando tiene de qué agarrarse, no lo suelta más.
– Eso por estar al pedo todo el día… Pero, ahora, decime vos, qué mierda hago yo los sábados a la noche… Y el viernes, cuando ya entra ese cosquilleo, ese bienestar anticipado.
– No sé… Ya vamos viendo.
– ¿Qué vamos a ver?
– Qué sé yo, lo dije por decir algo con apariencia de esperanza.
© Marcelo Wio
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