Se reflejan las murallas en las pupilas
que asedian, y así magnifican
la verticalidad y la ferocidad
de quienes las defienden.
Meses llevan insistiendo
contra esa piedra más dura que la roca
y las promesas del monarca. Se desanima
la tropa, que acopia derrota.
El destino es el ojo que mira,
y la debilidad que descifra.
Pero ese reverbero no es de aquí
ni ahora. Es de lo que aún no ha sucedido,
pero que acontecerá: augurio pupilar.
Marchan, ignorantes de reflejos
y contrariedades. Entonan bravatas
y valentías que a cada paso se desgastan.
©Marcelo Wio
Dejar una contestacion