Se cuece el latido y el hálito
en el abrazo de un puño
sin querella
ni idea: una inercia
de dioses sin mandato
Pero siempre la noche: el prolegómeno
de un vencimiento que invoca
una credulidad y un acatamiento y unos pasos
a ninguna parte: tráfico de recursos
para vaya a saber qué alquimias y antopologías, qué
biologías pacientes
uno tan pájaro con vértigo, con terror
a esas columnas de aire hirviendo
y espacio y perspectiva y tan
limitado a cortos pasos telúricos,
a los alpistes mediocres ofrecidos sobre un zeitgeist plastificado
tan pez hidrofóbico, muriendo
desesperaciones branquiales que hasta último momento
se empecinan en una adaptación impetuosa
súbita
pulmonar y cuadrúpeda
tan minúsculo, uno, repitiendo
nacimientos o instantes inaugurales: gritos o esperanzas
que envidian la reputación
de los ciclos y series e iteraciones: gestos
de duración
© Marcelo Wio
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