Estuvieron a punto de conocerse. Sólo treinta y siete segundos y una esquina impidió el encuentro. Ella salió de un edificio que él acababa de pasar sin advertirlo. Dio el primer paso hacia la vereda húmeda – había llovido durante 23 minutos hacía tan sólo 7 minutos – cuando él ya giraba hacia la derecha. No alcanzó ni a presentir su espalda. Ella giró a su izquierda.
Cerca estuvieron de converger. Pero el orden minucioso de cada cronología pocas veces incurre en el descuido, en el error; en el azar.
© Marcelo Wio
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