No me alejo… voy, cómo decirlo, transcurriendo hacia mi propio encuentro. ¿De qué me voy alejando?, dirás, si lo único que verdaderamente poseemos es lo que aprendemos, lo que somos para cada cual – no el rejunte de inexactas interpretaciones que el resto edifica como si lo creara a uno, como si lo suplantara. No me voy – matiz de tu perspectiva -, me acerco a la mejor versión de mí (entre tú y yo, la única). Sabiendo que nunca llegaré. Que pretendo apenas vislumbrarla. Lo único relevante es la migración. Apenas si me planteo etapas como consuelos, como transitorios objetivos. Siempre consciente de que todo es camino. Es decir, una despedida tras otra; un abandono – según tu perspectiva – tras otro; una fuga, de la necesidad hacia la posibilidad de olvido: de exoneración. © Marcelo Wio
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