Las mentiras solemnes sobre las que densansan
las contenciones del escrúpulo
y de los disimulos genitales y aquellas
del averiado porvenir,
esas
siguen intactas
en las salmodias de altar y temor
y credo
Sea, pues, la pregunta, el rasgo
de la debilidad: inquiere a quien se ha entregado
ofrendado
a la degradación de la bandada de dudas sin fin
Y entre el interrogante y el acatamiento: cayendo
como lluvias empecinadas contra las arideces, las generaciones
y las oraciones
lanzadas al azar inútil de vaivenes de atrevimientos y
recatos
como ecos de una perpleja paradoja tenaz.
Y entre eco y eco, las generaciones
formándose y migrando de una
intemperie a otra precariedad: el tránsito, mera
evasión
y compromiso para resguardar los anhelos
o los embustes o los espejismos
Todo para que, después de tantos
hombres, el hombre
se pregunte los mismos gestos
enfrentado contra sí: espejismo de su reflejo
sin figura
© Marcelo Wio
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