Casita al pie del Helicón, circa 680 a.C. Bien entrada la mañana.
Hesíodo, desperezándose, señala un fresco que oficia de adorno (Recuerdo de Anatolia, dice una inscripción) en el salón, en el que hay tres figuras que representan a un hombre y dos mujeres.
Es tribal – dice Hesíodo.
¿De qué hablás? – pregunta la Musa.
Son tres, ¿no?
¿Y?
Si fuesen dos, sería dual. Son tres, ergo, es tribal… Un tribal amoroso – ríe Hesíodo.
Sos un pelotudo, Hesíodo.
No te enojes, Musa.
Ponete con la Teogonía y dejate de pavadas, mejor – la Musa piensa: bendita la hora en que a alguien se le ocurrió que debíamos infundirle voz divina para celebrar el futuro y el pasado y alabar con himnos la estirpe de los felices Sempiternos…
© Marcelo Wio
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