Etelvina Fiumiccino

Etelvina Fiumiccino, soltera, de 41 años, quedó preñada a causa de una mirada a la que le adjudicó interpelaciones, sugerencias y posibilidades. Una mirada de las tantas que se atraviesan (y que si una se descuida, se la llevan por delante) de camino a misa o al mercado o a donde sea. Mirada con carácter estrictamente pasajero y casual (negligente, inevitable – ¿dónde colocar la mirada entre el amontonamiento de humanidades, sin perder de vista el propio rumbo?).

Etelvina porta vientre para probar el milagro. Su vecina, doña Éufrates, y la portera, doña Eventualidades, malician una explicación según las leyes naturales del proceso: una carnalidad aventurera, un descuido del recato, una debilidad endometrial… un calor turbador.

Como sea, Etelvina pasea su gestación, el espesor de su orgullo, por el territorio rumoreado del barrio, aunque acaso resulte ser – como conjetura sin maldad Eustaquio, el verdulero de mitad de cuadra – una pseudociesis.

Encinta de vida o de engaños o de lo que sea, ella va.

© Marcelo Wio

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