Cuando las marionetas hablaban ídish

Como salidos de una ilustración particular, intestina. Entregados a las formas del decir; del transmitir. Yosl y Zuni. Yosl Cutler, marionetista, caricaturista, escritor, diseñador de vestuario en el Yiddish Art Thearter. Zuni Maud, marionetista, calígrafo, caricaturista, pintor y diseñador de escenarios.

Almas de otros días. Aprendices y maestros, a la vez, de muchos talentos. Ejecutores de muchas delicias que contaban otras tierras, y una misma tradición: hilo de rezos y músicas, de narraciones y exégisis, de circunstancias de errancias y emigraciones.

Nacieron en otro mundo. Más viejo, si se quiere. O avejentado; arrugado de problemas longevos. Yosl, dicen, en un shtetl llamado Volhynian. Zuni, aseguran, en Vashlikov, Grodno Gubernia, en la Lituania polaca. Y entraban ellos en un mundo nuevo propio, el de la adolescencia y sus inquietudes rebeladas, cuando llegaron al Lower East Side de Nueva York para cumplir el destino de conocerse (en los años 1920) y crear el teatro de martionetas Modicut; con sus marionetas casi cubistas que ora satirizaban la política, otrora interpretaban un purimshpiln; pura libertad, pura parodia inteligente. Tanto, que decían más que las inteligencias que callaban tanto diciendo mucho.

Hablaban palabras, las marionetas, que a sus creadores se le habían quedado pegadas de la circunstancia rusa que habían (creído) dejado atrás. Hilos, siempre hilos… Hablaban en términos de revoluciones y clases y pobrezas – distintas aunque tan iguales -. Hablaban con la melodía de la tradición judía centroeuropea. Hilos, entre ellos y sus tradiciones y las marionetas y el público: tejido de perduración. Hablar que quiso disolver el caldo malicioso que es el olvido. Un olvido que, de todas maneras, nunca es completo, porque no puede con ciertos empecinamientos, con ciertas nostalgias de épocas no vividas. Con ciertos hilos que llegan más lejos y más empecinadamente que las propias palabras que se utilizan para nombrarlos.

Publicado originalmente en Aurora

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