Nos deseamos a la hora tardía de los rasgos apagados por la demora de los gestos: tentación de emparejar la existencia con la permanencia: sólo asistiendo a la propia vida como si fuera el espejo de un espejo
inepta falsificación del infinito.
Nos deseamos cuando tal impunidad sólo servía al impulso (ajeno/atávico) de alargar la célula
el gen
bucle de finalidad corroída de expectativa
más allá de la conciencia: apenas permutaciones de desesperada pertenencia: las generaciones dispuestas en un orden legible y comprensible; con un sentido o un latido o un fin: que la oscuridad no se extienda del todo e impida discernir el indisimulado afán de fingir no saber lo inútil de tanto esfuerzo
ante la indiferencia devastadora, cronófaga.
© Marcelo Wio
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