Nosotros lo hacemos existir todo. Sólo de nosotros depende qué existirá, cómo lo haga y cuándo. Así, al morimos, todo desaparece con nosotros. Es tarea de cada humano ser su propio dios, su hacedor, y el del resto: creamos a todos, y todos nos crean – es abrumadora la idea; y la tarea -.
Leffebre, empantanado en una larga borrachera de años, apoyado contra una pared orinada que ya no podía sostenerlo de este lado de la circunstancia, fue deshaciendo el mundo que apenas pudo crear para sí: envolviéndolo en papel de madera, atando el revoltijo con una cuerda áspera, y dejádolo a su lado, como una ofrenda a sí mismo, como un noble egipcio y sus posesiones para el mundo siguiente.
© Marcelo Wio
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