Todo ese rastro inequívoco de esdrújulos escrúpulos

 

Todo ese rastro inequívoco de esdrújulos escrúpulos

entre el salón y la habitación. Y allí,

a los pies de la cama, como agua

salpicada a lo bruto, idiosincrasias en Si bemol,

culpitas de reclinatorio y temores de cajita de Petri.

 

Parecían prendas desesperadamente desprendadas – mas, la similitud

es sólo un capricho del observador;

porque bien podía ser que con todas esas menudencias

se hubiesen desprendido de los mismísimos cuerpos

que goteaban esas sudoraciones sobre la cama – y muy con ánimo de desbordarse,

de rellenarle las irregularidades al día y al calendario inmediatísimo

y por inmediatizar.

 

En el lavabopurificatorio, gotitas de vergüenza gozada, sí,

aunque culposeada; como un regimiento

que, eludiendo la contienda,

termina invariablemente por dar con el enemigo: y así,

agregándose, apareándose, terminan por componer

la compostura, esa traición que los seres se infligen.

 

© Marcelo Wio

 

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