Adiós. De lágrimas: congoja
embroncada con todo, contra todo: conmigo, con
eso que sucede que dispone distancias
y tiempos
de espanto
Adiós. Cada vez más
oneroso: se desteje una voluntad (más)
o un orgullo o ambos: entonces, uno,
trozo, resto, residuo.
Adiós. De tristeza
que crece: mano que parece despedirlo
a uno
de sí mismo: mano de todos de todo.
Adiós. De ti. De quién más: si me
has inscrito en las parcelas de algo
relacionado con un bienestar. De ti,
que es decir de los trozos, restos, residuos
de mí que voy dejando detrás: pura intención
de regreso sin adioses: permanencia.
Adiós. De dolor
que mastica el pecho y el tacto y la garganta
y que me disminuye: a esos restos de nada que
me temo,
soy: en el andén. En el adiós.
Adiós. Muriendo de trayecto,
del desasosiego que reclama esos
trozos restos pedazos residuos que
alguna vez
retuve para mí, sin propósito, por
costumbre. Para tener algo
que ofrendarle al adiós.
© Marcelo Wio
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