Perdiendo el tiempo perdido

¿Te interesa?

¿No? Pues escuchás igual, que para eso sos joven. Además, ¿qué otra forma de perder el tiempo tenés? Ninguna. Y quizás, hasta aprendés algo.

Debió ser en 1945, en mayo. No, el General ya estaba instalado como futuro material de manuales de historia. Así que tuvo que ser más tarde. Fue en 1946 – incluso podría haber sido en 1947… La fecha exacta importa poco, y por eso es sumamente relevante la precisión. A beneficio de inventario (por ser inventada, digo), establecemos 1947 como año, Mayo como mes, y el 13 como día. 13/5/1947. La ciudad…

Bueno, a ciencia cierta, no sé si era ciudad en aquel entonces… Tampoco es que sepa si lo es ahora. ¿A partir de qué densidad demográfica se considera al rejunte de personas y sus bártulos y casuchas, una ciudad? ¿Más de 5.000? ¿De 10.000? ¿Cuántos infelices tendría Comodoro Sabatini en aquel entonces? El desasosiego era mucho… pero claro que no hacen falta muchos zozobrados, uno solo puede aglutinar pesadumbre suficiente para amargarle la vida a todo un regimiento de almas… No sé ni lo que digo. Bueno, a lo que iba… Esperate un segundo… Lo voy a llamar a don Florencio, que a él le gusta coleccionar datos inútiles, seguro que sabe. Lo de la definición demográfica de ciudad, a eso me refiero.

¿Hola?… Sí, quería hablar con don Florencio Salmerón… de parte de Eliseo Cifuentes… sí, espero… Don Florencio, ¿cómo está?… si, Eliseo Cifuentes, ¿se acuerda?… Sí, de Comodoro, eso mismo… exacto, el hijo del mecánico… eso mismo… sí… claro… Mire, quería hacerle una pregunta que anda precisando una respuesta que no tengo ni en los bolsillos de mis abrigos viejos: ¿Cuántos éramos en Comodoro Sabatini en 1947? Ajá… Ajá… Claro… Veo… Entonces, ¿Comodoro era una ciudad?… Ajá… Sí… Ya veo… Pues muchas gracias, don Florencio, y saludos a la parentela…. Ah, lo siento… Pues le reservo un rezo a los suyos este domingo. Hasta luego, y gracias nuevamente.

Éramos 13.521 a Mayo de 1947 en Comodoro Sabatini. Ciudad, según los cánones… los cánones que sean.Pues 13/5/1947, ciudad de Comodoro Sabatini, en plena estepa patagónica, rica en viento y pobre en todo lo demás que se te pueda ocurrir… Con decirte que ni los atardeceres tenían encanto: una zambullida súbita, sin estridencias, de un sol parco, de un día que salía rajando.

Esto que te cuento sucedió poco después de la mediodía, porque se intuía una cierta perpendicularidad solar  a través del manchón de nubes desteñidas – que parecían la lana mugrienta de las ovejas; siempre ahí, como encastradas en el cielo. La vida seguía su curso en todas partes. En Comodoro también, claro, aunque lo hacía para reencontrarse consigo misma, inalterada, al día siguiente. Allí no había manera de distinguir un instante de otro: repetíamos la misma idiosincrasia colectiva como si hubiésemos sido actores mediocres en una mala obra teatral; de la que, por algún esquivo motivo, se justificaba su reiterada representación.

13/5/1947. Ciudad de Comodoro Sabatini, en plena meseta patagónica, a las 13.17 – por remedar otra exactitud… Y por lo que acabo de decirte, lo mismo podría haber sido el 17/3/1949 o el 19/7/1945 a las 7.13 o a las 17.23. A fin de cuentas, la rutina galvanizada garantizaba que sucediese lo que te voy a contar en cualquier momento… ¿Y si lo que te voy a referir hubiese ocurrido cada día a la misma hora de manera inexorable desde que por un descuido se fundara Comodoro?

Descuido, porque el Comodoro Rafael Sabatini pretendía fundar una escuela de esgrima en algún punto de la costa atlántica patagónica. Pero el escribano, un pelafustán de tres al cuarto, al estampar su firma en los papeles oportunos (visto lo visto, inoportunos), se hizo un lío y dio fe de la fundación de un pueblo en el medio de la nada. Las cosas no hubiesen ido a más, si el sentido del honor y el compromiso – un tanto extremos – del Comodoro, no lo hubiesen conducido a obedecer lo que él mismo calificó como “destino ineludible”.

En fin, digresiones aparte, el 13/5/1947, ciudad de Comodoro Sabatini (con una densidad de población de 13.521; tres escuelas, una salita de salud, un almacén de ramos generales y cinco almacenes menos generales; tres iglesias, una comisaría, trece cafés/bares; siete canchas de fútbol, una de pelota paleta y tres de bochas; una plaza y dos puteríos – aunque, estrictamente hablando, estos dos últimos, no dentro del término municipal), un club social femenino, un hotel-restaurante-casino-bar, y un sinnúmero de chismes que surgían de cada uno de estos lugares y de cada hogar, u por generación espontánea). Es decir, una ciudad con el espíritu aferrado a su recientísimo pasado de pueblo. Bien podríamos decir que Comodoro era un pueblo crecido…Pero, ¿qué otra cosa íbamos a hacer ahí perdidos? ¿De quién íbamos a hablar, a maliciar, si no llegaban ni noticias? Para eso estaban los vecinos, los amigos y la familia. Enredar, cotillear, malversar emociones, no era una cuestión de enemistades o broncas; era un pasatiempo necesario para todos, hombres y mujeres por igual – tené en cuenta, además, que hablar bien de los demás nunca fue entretenido.

Me fui por las ramas… 13/5/1947, Comodoro… ¡Ay, pero mirá la hora que se me hizo! En Comodoro, te aseguro que el tiempo no pasaba así… Tengo que ir al médico a hacerme unos análisis; ando con la próstata que para qué te voy a dar detalles de hipertrofias preocupantes. Otro día ya te cuento el asunto que te estaba contando. No es nada del otro mundo, nada que no pueda esperar. Tampoco es que tuviera ninguna… ¿cómo decirlo?… particularidad. Una anécdota, apenas. Y ni siquiera. Un rejunte de palabras sin consecuencias, de esas para pasar el rato. Dos besos furtivos que fueron dados en 1947 poco pueden importarte… Sobre todo, cuando no conociste a los implicados en ese engaño leve – porque estaban casados, y no entre ellos, evidentemente -, casi un reflejo del tedio, una nadería provocada por el ulular del viento y las horas.
Bueno, querida, dale mis recuerdos a tu madre, querés. En otra oportunidad te cuento otra historia de aquel lugar; que veo que esta te interesó.

 

© Marcelo Wio

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