No-tifico

Por la presente, no-tifico; es decir, comunico la negativa, transmito el No en vivo y en directo – con un retraso de uno o dos segundos, una minucia temporal que no afecta al acto de la negación – a todo el mundo y a todos los mundos que se cuelguen de la señal, que todo abunda, de la misma manera que todo escasea. Vocear, entonces, la negación tan tollenda, tan tollens, ella, con incrustaciones hegelitas de tres o cuatro dialectitas – certificado en el barrio de los diamantes de Amberes. Gritar, decía… No, tampoco tanto, ni, tampoco, con esos feos pespuntes de vulgaridad. Airear a los cuatro vientos en el No… Algo que no parece conveniente, ahora que lo pienso, para la unidad del No: a un oyente de allende, es decir, de Chile o cerquita, puede llegarle apenas una ene o incluso una afirmación como una catedral de esas de postal. Entonces nada al arbitrio de los vendavales, de la rosa de los vientos, las corrientes de aire y los soplos atmosféricos. Negada la negación y vuelta a negar, para insistirremarcar conservando a la vez la negativa e-nunciada – es decir, que pertenece a la nunciatura ecológica, eléctrica (batería de litio de última generación que facilita que el No le llegue a todo quisque en lo que viene siendo un periquete, como se decía en las puertas de los colmados y en los bancos de algunas plazas tangenciales, o en un parsec (un par de segundos). No. Nein. Non. Y swahili, en hebreo, en coreano y cirílico y acrílico. Todo reciclable: para repetir que nones, que nanai, ca y quía. Que No, hombre, aunque, no, primero las mujeres y los niños: que no, mujeres y niños, que aquí no se salva nadie de esta estruendosa negativa. No, estruendosa no, No sé por qué caigo en esas ordinarieces tan de cartel luminoso. No, y no insista, que el insisto es pariente de sí mismo, es decir, de la endogamia – de los que juegan consigo mismos o, más bien, dentro de sí mismos (del japonés “Endo”: coloq. Derivado de la numerosa familia japonesa de apellido Endo, que en los orígenes del país representaba a la casi totalidad de su población; y del inglés “game”, juego). En fin, que ya se sabe lo que esto le hace al medio ambiente – por suerte su efecto ni le hace ni fu ni fa al otro medio; el problema es que el medio que afecta es aquel en el que nuestros antepasadísimos ubicaron nuestro país. No es No; pero no el de los políticos y el de los glotones, el No de verdad, de verdad de la buena – que hay otras verdades que, entre usted y yo, no valen ni un duro de lo adulteradas que vienen. En fin, que No. Que no me acuerdo ya a santo de qué la negativa. Pero nunca está de más un No de esos que dicen “hasta acá” – como bien podrían decir, realmente, “cómo que hasta acá, hasta allí también, qué tanto afán de escamotearle a uno lo que anduvo, lo que posee, lo que quiere o lo que sea”. O uno de los más sencillos que dicen sencillamente no, “ahora mismo no me apetece”. Este me gusta más. No, pues, compadre; quizás más tarde.

© Marcelo Wio

Sé el primero en comentar

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.


*


Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.