¿Qué fue primero? ¿El travestismo de las palabras o la conversión del sexo de los humanos en género?
Acaso haya que comenzar a hablar en neutro (incluso en neutrino), para evitar susceptibilidades, “generismos” (donde antes debía haberse leído “sexismos”). Así, “la humanidad”, puesto que contiene un artículo claramente femenino, y “ofende” a la masculinidad de los prontamente extintos masculinos, debería ser “lo humanidad”. Aunque ese “lo” rezuma, justamente, masculinidad. Impóngase, pues, el “le”, por ejemplo. Entonces, “le humanidad”. O, mejor aún, “le humanided” – y acaso, para que suene más o menos bien, podría derrivar hacia un «le humanité»…
Y claro, hablar de “la mujer”, es ya de un “generismo” absurdo en estos tiempos de superación biológica-lingüïstica: ergo, “mujer” es un término obsoleto. Así, seremos elementos indistintos de lo correctamente hermafordita: “ayer vi a 1 humanided patinando” (conviene utilizar el símbolo numérico para eivtar “generismo” en este caso), que es lo mismo que decir que vio a una persona o a todo el conjunto de las personas vivas patinando a la vez. Y, así, a lo tonto, se irá contruyendo una historia de la estupidez y un lenguaje en el que ni el más pintado podrá escribir una obra digna de llamarse literatura.
Traducción
La saga/fuga de J.B., de Gonzalo Torrente Ballester (fragmento) adpatado a la corrección “genérico-lingüística”:
«Decidí que, en lo/la sucesivo/a, escribiría mis versos/as en un/a alfabeto/a con clave, pero lo/la pensé mejor/mejora y, como tenía mucho/a tiempo libre, inventé un/a idioma/o.» «¿Y no le da pena/peno que su poesía/poesío no la/lo pueda leer nadie?» «Eso es precisamente lo/la que busco/a.» «¿Entonces?» Bastida hizo un/a esfuerzo/a como si fuera a confesar un/a crimen. «Lo/la que digo en mis versos/as es de mi exclusiva/o incumbencia/o. No le importa a/o nadie y encuentro ofensivo para los/las demás/ós proponerles su lectura/o.»
Lo cual es un engorro – nótese que la adpatación es parcial -, a la vez que conduce a que cada palabra termine siendo escrita como una entidad binaria. Así pues, posteriormente podrían incluirse cambios como los siguientes, que dotarían de cierta neutralidad a las palabras:
«Decidí que, en le sucesivo, escribiría mis versos en une alfabeto con clave, pero le pensé mejor y, como tenía muche tiempo libre, inventé une idioma.» «¿Y no le da pena que su poesía no le pueda leer nadie?» «Eso es precisamente le que busco.» «¿Entonces?» Bastida hizo une esfuerzo como si fuera a confesar une crimen. «Le que digo en mis versos es de mi exclusiva incumbencia. No le importa e nadie y encuentro ofensivo para les demás proponerles su lectura.»
En un paso siguiente habrá de borrarse toda connotación masculina-femenina, con lo que en ciertas palabras (especialmente los sustantivos) cuya terminación en “a” o en “o” sugieran “género”, ésta será suplantada por la letra “e” o “i”; o finalizado sin letra alguna o con cualquier otra letra, según quede mejor.
Veamos.
«Decidí que, en le sucesive, escribiría mis verses en une alfabet con clave, pero le pensé mejor y, como tenía muche tiemp libre, inventé une idiome.» «¿Y no le da pen que su poesié no le pueda leer nadie?» «Esí’s precisament le que busco.» «¿Entonces?» Bastida hizo une esfuerç como si fuera a confesar une crimen. «Le que digui en mis verses es de mi exclusif incumbenz. No le import e nadie y encuentro ofensif per les demás proponerles su lecture.»
¿Cuántos decenios llevará lo que, en definitiva, parece ser una transición del español a un francés muy mal escrito – y hablado?
O será que acaso sólo somos palabras libradas al arbitrio de los caprichos y vicisitudes narrativas de vaya uno a saber quién.
© Marcelo Wio
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