Luego, el amanecer

 

 

A tu espalda, el consorcio
de iniquidades, de contingencias empujando la trama
absurda y evidente
de vitalidades.

Tu brazo frío invitándome a asomarme
a una mezquina porción de eternidad: un miedo
entre dos pavores o dos respiraciones. ¿Qué era?

Tú y yo, yacidos, yacentes; caídos yacimientos
en esta creación, en esta
abominación: el infinito, esa
burla del abismo breve.

Tú y yo, yacidos
multiplicados: cada elemento (tú-yo-yacidos)
conteniendo al resto. Enjambre
de endogamias.

Luego, el amanecer.

 

© Marcelo Wio

Sé el primero en comentar

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.


*


Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.