
Muchedumbre de silencios
usurpando el sustrato de las palabras
en el territorio
de la noche última de sus voluntades.
Sus ojos, ajenos,
observan el rastro de años – como charcos de instantes: inexactos,
disminuidos de su sustancia (fuese la que fuese) -.
Noche en la noche,
muerte de la muerte inconsumada:
tiempo sin tiempo, una
eternidad efímera que se perpetúa
en esa mirada que, al observar
deshace lo observado: imposibilita
la memoria o
el malecón gastado de sal e ideologías
y por el tránsito
de jineteras y sicalípticos inveterados;
o impedirlo
a uno mismo y a la noche
que lo contiene/sostiene todo: lo uno
y su negación.
© Marcelo Wio
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