Ahora muere. Muere
para vivir. Primero
esa insoportablemente larga
inexistencia, ese
silencio sin palabras
que callar. Primero
la descomposición, la mixtura
con el cimiento. La modestia
de esa obediencia
inexorable. Y ahora
muere. O vive. Que es,
a fin de cuentas, lo mismo
© Marcelo Wio
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