Literatura y cine: historiadores de una fundación

Hay varias maneras de contar las cosas – la historia, qué tanto -: desde un púlpito, desde un libro hinchado de datos (tan inflamado que es difícil discernir el hecho que pretende transmitirse) o, incluso, desde la soberbia de la imposición. Y también hay muchas historias para contar. Pero también puede hacerse desde el arte o, por qué no, desde el fútbol (de hecho, la novela el “Ángel del Fútbol”, de Hans Jorgen Nielsen se vale del balompié para intentar desentrañar y descifrar las claves sociales de un momento dado).

No serán pocos los que estimen que contar la historia de la fundación de un club de fútbol a principios del 1900 es irrelevante – que no puede interesar más que a los hinchas de dicho club y, dentro de este conjunto de personas, a un subconjunto aún más reducido.

Estoy convencido de que, como decía el escritor y periodista Osvaldo Soriano, el nacimiento de un club de fútbol, es “un fenómeno cultural que impregna” la vida de una sociedad – no es un club, son muchos, y sus hechos fundacionales muchas veces comparten rasgos elementales que evidencian cuestiones sociales que, abordadas desde otro punto de vista, pasarían desapercibidas.

Y desde el arte y el fútbol pueda tal vez comprenderse una situación social y económica en un barrio obrero de la Buenos Aires de principios de 1900.

En enero de 1973, Osvaldo Soriano publicó, en el desaparecido diario La Opinión, de Buenos Aires, un reportaje (luego recopilado en su libro “Artistas, locos y criminales”) en el que Francisco Xarau y a Juan Giannella – dos de los fundadores de San Lorenzo de Almagro – rememoraban el nacimiento del club.

“Giannella:

En 1907, la calle México era de tierra, todas las casas eran bajas y modestas y por allí pasaba el tranvía 27. Los pibes jugábamos al fútbol en la calle porque era lo más barato que había. Los de la barra vivíamos en la calle México o en Treinta y Tres. Todos trabajábamos para ayudar en casa. Yo hacía herrería artística en un taller de Avenida La Plata y Rosario. Cuando largaba el trabajo, salía corriendo para juntarme con la barra y hacer el partido.

[…]

San Lorenzo nació el día que Juancito Abondanza se llevó por delante al tranvía. Estábamos jugando un partido entre mayores y menores en la calle, justo frente a la capilla de San Antonio. El padre Lorenzo Massa salía a la vereda a mirar. En un momento, Juancito agarra la pelota y empieza a disparar como loco. Se cortaba solo y no vio el tranvía, o lo quiso gambetear, la cosa es que se lo tragó. El mótorman alcanzó a frenar pero igual lo golpeó y lo tiró al suelo. […] Yo estaba parado al lado del padre Massa […] Enseguida me preguntó quién era el cabecilla de la barra.
‘Aquél’, le dije, y señalé al Carbuña. Nosotros lo respetábamos mucho. Federico Monti era un pibe que trabajaba de carbonero –después se hizo albañil–, por eso le habíamos puesto ese apodo. Lo llamó al Carbuña y le dijo: ‘Mirá, en el fondo de la capilla tengo un lindo terreno. Si ustedes lo limpian, pueden hacer una canchita. Yo les hago hacer los arcos en la carpintería de la iglesia de San Carlos. ¿Qué les parece?’.

Xarau:

Limpiamos el fondo de escombros. Trajimos un carro, y Giannella, Federico Monti, su hermano Juan y yo nos llevamos muchas cargas de yuyos, ladrillos y otras cosas. Dejamos todo limpito. El cura trajo los arcos con las medidas que le habíamos dado (…)

Giannella:

El que puso el nombre de Forzosos [de Almagro] fue Luisito Manara, un chico muy bueno que iba a todas partes con nosotros y que se murió enseguida, a los 16 años, de tifus.

[…]

Federico Monti y otros empezaron a decir que había que cambiarle el nombre al cuadro, porque Forzosos era muy feo. Monti me dijo: ‘Hablá con el padre Massa, elegí un nombre, y si él está de acuerdo, lo cambiamos’. Lo agarré al cura cuando salía para ir a San Carlos, que quedaba en Victoria y Yapeyú (hoy Hipólito Yrigoyen y Quintino Bocayuva). Le dije: ‘Padre, vamos a cambiar el nombre del cuadro’. Me preguntó cómo pensábamos llamarlo. ‘Mire padre –me animé–, le vamos a poner Club Atlético Lorenzo Massa’. El cura se agarró la cabeza: ‘¡No! –me dijo–. ¡Por favor! Ustedes se pelean en la cancha, les van a decir cuervos, frailongos, no, no’. Entonces le insistí: ‘Federico dice que lo único que no podemos sacar es Almagro, pero lo otro está decidido’. No quiso saber nada, así que tuvimos que reunirnos todos en la esquina y buscar otro nombre. Nosotros le queríamos hacer el homenaje al padre y ponerle su nombre al club, así que buscamos una vuelta en el asunto. Alguno se acordó de la batalla de San Lorenzo. Fuimos corriendo y el cura aceptó. ‘Bueno, si es por la Batalla de San Lorenzo está bien. Que se llame San Lorenzo de Almagro’. Esto era en abril de 1908”.

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Años antes de que Soriano publicara la entrevista con Xarau y Giannella, Augusto César Vatteone dirigió la película “El padre Lorenzo” (1954), protagonizada por Ángel Magaña, y que recreaba, precisamente, la historia del sacerdote Lorenzo Massa.

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