
Buscador. Eso decía su tarjeta. Avelino Benavidez; Buscador. Para eso mismo lo contrataban. A sabiendas de que el rectángulo de papel decía Buscador, no Encontrador.
Avelino buscaba de todo: amores, memorias, botones, escrúpulos, sueños, infancias, dioses. De todo. Nunca encontraba nada. De haberlo hecho, su reputación se habría visto severamente dañada.
Al parecer, muchas veces – las más, tal vez – nos mueve la culpa y el remordimiento a buscar de algo que pertenece, claro está, al pasado; y nada acalla tan bien esas sensaciones, la conciencia, como la acción de indagar, escudriñar, y no hallar.
© Marcelo Wio
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