Temo que si te veo

 

Temo que si te veo venir

por donde transcurre el viento

pueda confundirte con una estación

o una urgencia

de pasitos y equilibrios precarios; cualquier cosa

menos la posibilidad de un entendimiento de esos

que desembocan en consensos más estrechos

pero irreproducibles,

sin la mezquindad de las inhóspitas horas.

 

Y si vienes por el pasillo

que siempre trae inviernos y necrológicas,

temo no reconocerte, confundida en ese resplandor

que no amaina ni de noche, ni cuando los silencios

se instalan a evocar desconfianzas.

 

Siempre buscándote

con la convicción de que nunca serás

tú, sino una sustituta, una estafa

de mis expectativas grisáceas.

 

Perpetuamente acercándote al abrazo,

a la mesa, a la cama, a las palabras

que nunca iniciamos.

 

Invariablemente tras la puerta

de la habitación del tío Eduardo, oyendo

regocijos y ruiditos de comunión y muelle.

 

 

© Marcelo Wio

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