Le sale la tarde al pájaro por el canto

 

Le sale la tarde al pájaro
por el canto quedo. Entristecida le sale
la última luz trigueña. Como si más que un instante,
emitiera una estampa. Cada tarde
igual. Sin seres; con un cielo bajo
que raspa los sembradíos. El pájaro,
como si ensayara para crear un hombre
y una mujer que llenaran ese ambiente;
ese trino.

Se desalienta. Se cansa. Hasta
entrever
una jaula o un perdigón. El pájaro.
Le salen entonces como cenizas
de inmolación o rectificación. El canto
como un himno
o una solemnidad conclusiva. Y termina
por migrar.

Entonces crecen las tumbas
entre los barbechos viejos y los yuyos
prepotentes. ¿Quién las ha plantado?
¿O qué viento trajo la simiente de lápida y fecha? Todas
iguales. Hechas de descanto,
de desvuelo.
Ni la sombra les presta
una compañía,
un remedo de ala.

 

© Marcelo Wio

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